11.23.2009

Mi Paranoia (1- Los Fragmentos)

Esa voz maldita que sigue taladrando…
Fragmentos de mi mente partida.

Quizás desees que invoque la locura que abrió las puertas de mi paranoia. ¿Cómo es que no has olfateado tus decadentes voluptuosidades? Egocéntricas y nauseabundas manos, manos muerte, manos venganza, flotando en este aire hermoso y negro, como si comprendieras la importancia de ese acto y la importancia de tu ilegítimo apetito de vida.

Lenta y majestuosamente, las hojas vuelan sobre rojas emanaciones de instantes minúsculos. Te condeno al horroroso destino de la superficialidad. Oh! Todas las miradas pasan sobre mi lengua/hocico, oh! monstruo descarnado, me regocijaré, dispongo de antemano a respirar mil veces seguidas de la toxicidad amarga del aliento podrido de tu juicio ciego.

La conciencia maldita de lo eterno, sublime, intangible, deseable, incomprensible. Tus labios rojos, lacerados por mis dientes, desmesuradamente dilatados por la inefable satisfacción de mi lengua, éxtasis inmóvil, no pedirán otra cosa al espacio que ser embalsamados por el perfume de mi odio, pues se colmarán de una dicha completa con el rencor derramado cada noche que en búsqueda de vida en mis brazos te posaste, soy un ángel que habita en la magnificencia y el odio que quisieras poder sentir.

Dicho una vez más, hoy las letras son para mí, como narración de lo imposible, del andar torpe y penoso de mi hoguera, discurso frenético de imágenes, confuso a causa de los excesos, no sentimental pero amante de lo sutil y femenino, desigual en el tiempo (como debe ser), sin voluntad de limpieza lógica, muy convencido de la veracidad, y por ello, eximiéndose de las demostraciones del sentido directo, desconfiando incluso de la pertinencia del amor y otras neurosis.

Los fragmentos de mi mente son trozos repulsivos de impactos bastardos, cada recuerdo es una daga que desangra un corazón, corazón de amante, de hermano, de loco, de asesino. Soy un asesino. Pero no siento culpa de su muerte, más de las lágrimas que derramarás por mi abandono. Vivo altanero y espero la entusiasta, que de antemano se cierra sobre mi tumba, como influjo demuestro tiene que se debe ser bastante experto en lidiar con el odio para disfrutarme.

El entusiasmo de los senderos ocultos en lo más profundo de las grietas de mi mente me llevan a ninguna parte pues soy espiral eterno de repulsas voces magistrales, añejas, bajo los malos modales de un espíritu ahogado en su memoria destrozada por las preguntas sin respuesta, las experiencias, los secretos que balbucean el idioma de las ideas. La razón ha quedado tan lejos que si tuviera alma sólo me atreviera a verla a los ojos para gritarle que aun existo.
JUSTICE

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